Las mil y una noches son relatos que van surgiendo y enlazándose el uno con el otro, en una sucesión sin fin, donde los claros protagonistas son la aventura y la fantasía; donde se describen fantásticamente la India, Siria, Persia, Egipto y China, así como los usos y costumbres de sus gentes, y que fueron transmitidos oralmente hasta que en el siglo IX, parece ser, fueron compilados y traducidos al árabe por el cuentista Abu Abd-Allah Muhammad el Gahshigar.
De una historia principal -la de Scherezade, que parece haberse añadido algo después- surgen el resto de maravillosos relatos. Nos vamos a encontrar con increíbles genios, magos de una maestría excepcional, espíritus fantásticos, efrits con terroríficos poderes, lugares, ciudades y palacios increíbles, viajes inauditos, criaturas insólitas, héroes inmortales, tesoros indescriptibles, amores intemporales, tragedias y leyendas inolvidables, fuerzas portentosas de la naturaleza, artilugios de la magia más oscura, crímenes atroces, enseñanzas didácticas… y todo ello en historias narradas admirablemente que ya son célebres en la cultura occidental: Simbad el Marino, Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los cuarenta ladrones…
Un rey aficionado a los buenos relatos, Schariar, víctima del engaño de su mujer, decide decapitar al día siguiente de la boda a todas las mujeres con las que contraiga matrimonio en el futuro, para así evitarse nuevas decepciones. Su visir, para evitar más derramamientos de sangre, accede a que su hija se case con él, a petición de ella, para que, a base de contarle fantásticos cuentos, él se decida a perdonarla de la cruel condena. Y así, cada noche, le narra un fantástico relato con el que consigue la ferviente y maravillada atención del rey.