Dado este contexto, no es de extrañar que María de Zayas y Sotomayor (1590-1661) protestara frente al hecho de que le fueran negadas a la mujer tanto las armas como las letras sustituyéndolas por ruecas y almohadillas en un quehacer que las mantenía atadas a la casa y en una posición subordinada. Dentro de una línea artística que legitima los quehaceres femeninos, Eugenia Prado en Advertencias de uso para una máquina de coser, moviliza la costura desde diferentes ángulos y perspectivas potenciándola como un signo de significados plurales y heterogéneos en un haz de discursos que van desde la supuesta objetividad denotativa de las instrucciones y definiciones enciclopédicas a las notas del diario de una costurera y el epígrafe de La piel del zorro de Herta Müller donde un racimo de agujas y un coágulo de sangre representan la maldición de una violencia con sus hilos ovillados sobre el mundo. Advertencias de uso para una máquina de coser se enfoca en un grupo de operarias que trabajan en un taller con turnos extendidos y un sueldo miserable. Entre ellas, Mercedes registra en su cuaderno las voces de esta comunidad de mujeres y reflexiona tanto acerca de este entorno social como en su propio texto: puntadas e hilvanes de historias, de apuntes e ilustraciones que constituyen una confección de retazos diversos. La costura deviene, así, en metáfora de la escritura. Además, el oficio de coser se asocia también con la existencia de la mujer en un zurcir de heridas, entre ellas, aquella provocada en su cuerpo por la gestación de otro cuerpo y el desgarro del aborto. La polifonía de voces al final de Advertencias de uso para una máquina de coser pone de manifiesto un acervo cultural, generalmente silenciado, de diferentes saberes entre mujeres de los estratos populares para provocar un aborto que es herida emocional y un corte de la tela de un cuerpo entre cuyas piernas se enhebra la vida. En el siglo XIX y principios del siglo XX, predominaba tanto en Europa como en Latinoamérica, la imagen del Ángel del Hogar representada por una mujer burguesa que cosía pacientemente frente a una cuna para cuidar a su hijo. Ella era el símbolo de lo que las mujeres debían ser en un imaginario creado por los hombres: virtuosas protectoras de la casa concebida como el lugar de la familia y del descanso que se merecían los hombres después de sus faenas diarias. En este libro, Eugenia Prado transgrede los límites patriarcales adscritos a la costura infundiéndole dimensiones trascendentales que hacen de tal oficio, fuente de reflexión social y artística. Lucía Guerra, escritora y crítica literaria.
Advertencias de uso para una máquina de coser
$12.000
Durante siglos, la costura y sus implementos fueron parte de una producción doméstica relegada a la llamada sub-cultura de la mujer. En la categoría de un oficio femenino y, por lo tanto, no remunerable giraba en los márgenes de los intercambios económicos y políticos de un espacio público donde los hombres, por su participación siempre activa, se atribuían el rol de sujetos de la Historia.
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