Hace diez años, la Sala Penal de la Corte Suprema de Chile cerró definitivamente la investigación sobre la muerte de Salvador Allende y dictaminó que se había tratado de un suicidio. Pero el veredicto no fue unánime. Uno de los integrantes de la Sala, el ministro Hugo Dolmestch, no respaldó la decisión: “Se advierten claras diferencias de apreciación e interpretación respecto de los documentos, pericias y testimonios recibidos (por tanto) no resulta aconsejable cerrar el proceso, pues a futuro bien podrían aparecer nuevos antecedentes que despejen las actuales dudas”. El vicepresidente de la Asociación Mundial de Medicina Forense, Luis Ravanal, se suma a este criterio: “No es posible que los informes oficiales otorguen certeza respecto del mecanismo y forma de muerte de Salvador Allende; no han sido halladas las armas ni los proyectiles, ni se ha podido determinar cuáles fueron los recorridos de dichas balas. Se ha impuesto una ‘verdad’ con piezas faltantes (y) la verificación de la teoría del suicidio ha sido impuesta de modo fáctico, mas no científico”. El periodista Francisco Marín aporta nuevos e inéditos antecedentes históricos y testimonios directos que respaldan las palabras del juez y las del médico forense. En 2013, Marín y Ravanal publicaron Allende: Yo no me rendiré, dando cuenta de las inconsistencias y verdades fácticas en el Caso Allende. Hoy, una década más tarde, a 50 años del combate por La Moneda, aparece esta obra, con aquellos “nuevos antecedentes” a los que se refería el ministro de la Corte Suprema.
Allende. Autopsia de un crimen
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Información fundamental, hasta ahora desconocida y oculta, que señala que el presidente Allende combatió hasta el último suspiro de vida, y que la bala, o las balas asesinas, fueron disparadas por miembros del Ejército de Chile.
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