Un estudiante llega a la universidad de Boulder en busca del sueño americano en su versión académica. La promesa del campus como un santuario en cuyas fronteras se han resuelto los problemas de Occidente -origen, raza, clase- naufraga ante la realidad nocturna: los jóvenes deambulan por los extramuros de la ciudad, entre perdidos y extasiados, en busca de bares y restaurantes, plazas y parques, fiestas y estímulos, es decir, a la caza de todo aquello que el día les niega: luz, compañía, amor, respuestas.
La mirada del protagonista explora las historias que se enhebran durante una larga noche que alcanza el amanecer: la obsesión por Sudamérica como destino sexual y político; los amores paralelos y tóxicos; la necesidad de borrar las marcas que nos identifican para crear otras nuevas, acaso más propias; la literatura como refugio; Estados Unidos como destino o condena; el futuro en la forma de una oscuridad apenas iluminada por algunas estrellas lejanas y ajenas.
Animales luminosos de la noche es una novela íntima, pero a la vez exterior, hormonal y reflexiva. Una historia donde se abordan los temas fundamentales de nuestro tiempo, como la migración y el choque cultural, sin perder de vista los pequeños grandes dramas de un grupo de amigos que, aunque quebrados emocionalmente o a punto de resignarse a una adultez que resisten, viven sus dudas con una tierna y profunda vitalidad.