Cuando un libro te parte la cabeza es muy difícil decir algo al respecto. Previa a toda racionalidad crítica, existe una pulsión concreta por compartir esa experiencia de lectura. Entonces empezás a leerles en voz alta los poemas a tus amigos, le mandás un poema a la chica que te gusta, subís otro a Facebook. Y en esas microprácticas banales y a la vez imprescindibles, subyace el deseo de una difusión total. Bueno, a mí me pasó cada una de estas cosas con Antitierra, de Valeria Tentoni. Kafka decía que un libro tiene que ser el hacha que rompa el mar de hielo que llevamos adentro y los poemas de Tentoni, precisamente, tienen ese poder de agrietar, de rasgar, de escindir la percepción que tenemos de las cosas y del mundo: abrir lo que parece cerrado, desgajar lo que parece sólido, deshilvanar lo que parece hecho de un solo paño, de una sola pieza.