Leer es bueno para la salud. ¿Pero podría ser perjudicial hacerlo en el retrete? La muerte siempre llega, ¿pero a qué velocidad camina exactamente? ¿Por qué olvidamos lo que hicimos cuando nos emborrachamos demasiado? ¿Podría celebrarse un Mundial de fútbol en Marte? ¿Por qué viven casi cuatro años más los ganadores de un Oscar que los que solo fueron nominados? ¿Son las vacas magnéticas, y señalan siempre el norte y el sur con sus cuernos y su cola? ¿Serían necesarios establos Feng Shui para mejorar la calidad de la leche? Todas las preguntas, incluso las más estúpidas en apariencia, esas que a menudo formulan los niños y los adultos que quieren conservar algo de su curiosidad, se deben hacer y pueden esconder reflexiones inesperadas y profundas. Si la encargada de contestarlas es la ciencia improbable, esa forma cómica y poética de interrogar el método científico, Pierre Barthélémy es su principal académico. Él sabe que “bajo la bata del investigador más sabio se oculta, a veces, un payaso en potencia”. Lo improbable no solo suele ser más divertido, sino que es posible y casi siempre necesario.
Crónicas de ciencia improbable
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Las preguntas más tontas suelen exigir las respuestas más inteligentes. Ese es el campo de estudio de la ciencia improbable, una forma cómica y poética de interrogar el método científico. Pierre Barthélémy, autor del blog científico más popular de Francia, escribe la crónica de los experimentos que dan al fin respuesta a preguntas que siempre (o nunca) nos hemos hecho.
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