«Sabio es quien se contenta con el espectáculo del mundo», Fernando Pessoa.
A finales de 1935, año de la muerte de Fernando Pessoa, llega al puerto de Lisboa un barco inglés, el Highland Brigade, en el que ha viajado desde Brasil Ricardo Reis, uno de los heterónimos del poeta portugués.
A lo largo de nueve meses cruciales para Europa, durante los que estalla la guerra civil española y se produce la intervención italiana en Abisinia, asistimos a la última etapa de la vida de Ricardo Reis, en diálogo con el espíritu de Fernando Pessoa que acude a visitarle desde el cementerio en los momentos más inesperados. Es la época de las plumas estilográficas, de las radios Pilot, de las Juventudes Hitlerianas, de los topolinos, en una Lisboa atlántica y lluviosa cuya atmósfera envolvente se convierte en la verdadera protagonista de esta novela.
El año de la muerte de Ricardo Reis es una lúcida meditación sobre el sentido de toda una época. Saramago demuestra que Pessoa estaba equivocado, que la simple contemplación no satisface al ser humano lúcido. Tal vez esa decepción haga que Ricardo Reis acompañe a Pessoa dejando atrás el amor de Lidia, un hijo que se anuncia, el deber de auxilio a los soldados portugueses que pretendían ayudar a la República española y la posibilidad de acabar un libro imaginario de Borges que estaba leyendo.