En 2009 Google comenzó a personalizar los resultados de las búsquedas de todos los usuarios, y arrancó así una nueva era en la que las webs que visitamos se adaptan a nosotros como por arte de magia.
Vivimos en universos de información personalizada, burbujas a la que solo acceden las noticias que coinciden con nuestros intereses y preferencias, lo que limita nuestra exposición a ideas, opiniones y realidades ajenas, y afecta al funcionamiento de la democracia. Internet, que nació para facilitar el flujo de ideas e información, se está cerrando sobre sí mismo bajo la presión del comercio y la monetización. Pero no es demasiado tarde para corregir el rumbo. Pariser expone una nueva visión que explote los beneficios de la tecnología sin caer en sus peores efectos, para lograr que internet alcance su potencial transformador.