Su objetivo central es diagnosticar los tres grandes cambios que se han producido a nivel del gobierno de los individuos. Primero, una verdadera revolución de los controles a nivel del Estado, dispositivos digitales o evaluaciones empresariales, pero también en los controles sociales informales. Segundo, un conjunto de metamorfosis en las creencias colectivas que trastocan el problema de la legitimidad, la eficacia de las ideologías, la naturaleza de las pugnas en el espacio público. Por último, una convulsión generalizada de las jerarquías tanto a nivel de la clase gobernante como en los estatus familiares o etarios.
El resultado es una nueva cartografía social, profundamente heterogénea, de la autoridad, la dominación y las asimetrías de poder. Lo que se observa en el mundo del trabajo, la economía o en las instituciones políticas, es distinto a lo que se da en la familia, las relaciones etarias o en las interacciones urbanas. En las sociedades contemporáneas la profundización e intensificación de las coerciones cohabitan con las dificultades, las resistencias y las contestaciones plurales que se manifiestan frente a su ejercicio. A medida que se inventan nuevas técnicas de gobierno se resquebrajan modalidades tradicionales de imposición.