La vida parece sonreír a Annabelle, una brillante empresaria de cuarenta años. Sin embargo, un día se da cuenta de que su existencia gravita entorno a su éxito profesional. De repente, se siente asfixiada y necesita airearse. Su mente le pide que huya unos días de París y se aleje de la oficina, de su familia y, sobre todo, de esa tristeza que le acecha en las noches de insomnio.
En su cabeza aparece entonces la imagen de un pueblo tranquilo, casi abandonado, en medio del campo. Annabelle lo reconoce: se trata del lugar donde nació. Los recuerdos son agradables y siente unas ganas irrefrenables de volver a ver aquellos bellos paisajes. Anhela rozar con la yema de los dedos la hierba, pasear entre los campos rojos de amapolas, embriagarse del aroma de las flores…, en definitiva: disfrutar de la naturaleza y de la harmonía más pura.
Durante este viaje, Annabelle conoce a George, un sabio campesino que vive a otro ritmo, el de las estaciones. Lejos del estrés de la ciudad, Annabelle se deja aconsejar por él y aprende a escuchar los extraordinarios secretos que le susurra la naturaleza. Siente que por fin ha conectado con su voz interior, sin embargo, ahora empieza el verdadero reto, aplicar todas esas enseñanzas a su vida cotidiana.