La autora nos ofrece un texto que está dividido por varias palabras clave que se relacionan entre sí para mostrar su vinculación con el título; de marcados tintes eróticos y alusiones a la soledad, la muerte, la añoranza y la pérdida crean una atmósfera atrayente que trajo a mi memoria las enseñanzas de los antiguos sabios nahuas o Tlamatinimes y el mundo mítico de las diosas aztecas, Pedro Páramo y La náusea.
Sin embargo, hay una búsqueda de la autora por evadirse del mundo y sus problemas al encontrarse y perderse junto con sus dudas acerca de su existencia, de las cosas que le enseñaron y de las que pone en duda a lo largo de la novela.
Mezcladas con un feminismo que se relaciona con la emancipación de conceptos y formas de presentar las palabras o las acciones de las frases ante el supuesto orden aparentemente masculino de la novela tradicional. A ratos como poesía, otros como prosa, se trata de un interesante escrito que plantea la huida constante, pero también la búsqueda del inicio, el origen, la fuente de las dudas supremas, frente a la tierra fecunda y a la vez feminizada de la autora.