Alexander Pushkin, prototipo del escritor romántico, escuchó durante su infancia los cuentos populares de la antigua Rusia. Pushkin, como otros muchos aristócratas rusos de su época, asimiló este legado folklórico, que posteriormente, en la edad adulta y encontrándose en plena posesión de su genio de escritor, recreó con exquisita sensibilidad. Estos antiguos cuentos, «cada uno de los cuales es un poema», según el mismo Pushkin, iluminan diferentes aspectos del alma rusa y encarnan su voz ancestral, aunque al mismo tiempo recogen temas y modelos de la cuentística universal, fundiendo localismo y universalidad en una síntesis perfecta.
Los relatos reunidos en este libro fueron publicados en Francia en 1925 en una edición limitada con ilustraciones del gran artista ruso Boris Zvorykin, emigrado a París después de la revolución rusa. La nostalgia que siempre sintió por su país de origen halló expresión en estas maravillosas ilustraciones, que enriquecen y complementan a la perfección el texto de los cuentos.