La oscuridad del puerto lo envuelve todo. Pachi y Vinicio se adentran en la playa, van camino a una fiesta improvisada; andan buscando con qué entumir el cuerpo, con qué acabar de borrarse. Cerca de ahí, Zahir fantasea con su próximo viaje a la capital o al norte de México, fuera del alcance de la tía que le exige dinero, lo aplaca a golpes y que había orillado a su hermano pequeño, Andrik, a huir de la casa común para terminar en otra: la de un hombre que acaricia y pega con la misma mano. Ahora sólo debe convencer a Andrik de comenzar una nueva vida y asegurarse de encontrar la salida de esa playa que parece no tener fin.