Fellini lo decía: “Hago una película del mismo modo en que vivo un sueño, que es fascinante mientras sigue siendo misterioso y alusivo y corre el riesgo de hacerse insípido en cuanto es explicado”. En efecto, Fellini no privilegiaba tanto el tratamiento de la realidad que llevamos a cabo de noche, en el sueño “auténtico”, sino el tratamiento diurno del sueño, la manera en que la creación fantástica hace entrar el sueño en lo real.
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