Debemos a Plutarco de Queronea (46-120 d.C.) la transmisión hasta nosotros de una parte muy importante del patrimonio intelectual helénico; su obra, amplia y variada, refleja el rico panorama filosófico y religioso de aquel mundo complejo, ecléctico y místico del helenismo, caracterizado en gran parte por la fecunda interrelación entre la cultura griega y las culturas orientales que la rodeaban. Isis y Osiris es un buen ejemplo de esta fusión de elementos culturales y religiosos. Plutarco, sacerdote de Apolo, filósofo platónico y seguidor del neopitagorismo, estaba convencido de la unidad esencial de todos los cultos y de que las diversas figuras míticas y representaciones religiosas de las diferentes tradiciones no eran más que ropajes distintos, adaptados a las diferentes circunstancias temporales y humanas, que envolvían a unas mismas verdades universales.