La noche del 11 de mayo de 1888 Paul Cravath caminaba por las calles de Manhattan que aún estaban iluminadas por farolas de gas. El joven abogado iba de prisa y con el ceño fruncido. Quien le esperaba en un imponente despacho era Thomas Edison, el genio, el mago, el inventor de la bombilla eléctrica, y estaba dispuesto a pelear duro para defender su patente.
Al otro lado de la barrera estaba el cliente de Paul: ni más ni menos que el gran George Westinghouse, que había recurrido al ingenio de Nikola Tesla para mejorar el artefacto y conseguir que en todas las calles y los hogares de Estados Unidos brillará una luz intensa, sin apagones repentinos.
La Historia con mayúsculas habla de esta lucha, pero Graham Moore, el famoso guionista de Imitation Game, nos lo cuenta como si nosotros también estuviéramos allí, entre cables y fórmulas matemáticas, tomando vino con mujeres muy listas en las grandes fiestas de Nueva York, asistiendo en primera persona a un espectáculo donde brillaron la luz y la inteligencia… y eso solo lo consiguen las buenas novelas. En la ciencia y en la industria todo el mundo roba. Yo mismo he robado mucho. Pero yo sé cómo robar. Los demás no saben cómo hacerlo. Thomas Edison