¿Se imaginan a una muñeca rusa enseñando a hablar a un tigre?
¿O al ave fénix dando clases de vuelo a un cíclope?
¿Se imaginan a un oso polar que grita de alegría?
¿O un cielo del que llueven pájaros de colores?
Para imaginar todo esto sólo hace falta conocer al abuelo de Juan.
Y descubrir la máquina de imaginar cosas.