La Primavera árabe y el invierno del desencanto reúne textos heterogéneos, contradictorios entre sí, de artistas y teóricos del arte que intentan pensar –a partir de obras, exhibiciones, bienales– la vulnerabilidad, el enojo y la euforia en relación con sus trabajos, las expectativas y estrategias desplegadas por parte de Occidente para traducir esas experiencias a un lenguaje artístico y periodístico fácil de encuadrar, la compleja superposición del arte contemporáneo y el activismo mediático, y la industria artística generada alrededor de la revolución.
En la digestión constante de productos lanzados al circuito del arte contemporáneo, pocos eventos logran replantear cómo se mastica la cultura visual. Los acontecimientos de 2011 y su posterior desarrollo traen preguntas y heridas aún irresueltas, es decir, vivas.