En sus últimos años, Jack Kerouac consideraba que todas sus obras eran parte de una «enorme comedia», de un gran canto whitmaniano, literatura surgida de su propia vida, que él titulaba «La leyenda de los Duluoz». Y Jack Duluoz era él mismo, el protagonista de todas sus novelas, aunque se llamara Sal Paradise en En el camino o Leo Percepied en Los subterráneos. La vanidad de los Duluoz, escrita en 1967 con la perspectiva que dan los años y bajo la forma de una larga carta-relato dirigida a su «mujercita», es el fascinante relato de los años formativos del escritor. Duluoz, un jovencito que juega espléndidamente al fútbol americano consigue una beca para estudiar en la Universidad de Columbia, pero su educación coincide con la Segunda Guerra Mundial, por lo que tendrá un aprendizaje y una iniciación a la vida adulta mucho más aventureros y caóticos de lo que podía imaginar en sus años de instituto. Se alistará sin gran entusiasmo en la marina, cruzará el Atlántico, irá a Dublín y a Groenlandia, pasando por Londres, recorrerá el mundo, y volverá por fin a una Nueva York donde le esperan Burroughs, Cassady y Ginsberg, y donde comenzarán los agitados años de la literatura, los viajes, la música y las drogas, la salvaje, extática aventura de vivir y de escribir…
«Los años de aprendizaje de un escritor, un aprendizaje turbulento y frenético que la prosa turbulenta y frenética del autor despelleja con despiadada ternura» (Tino Pertierra, La Nueva España).
«La última entrega de ese gran retrato de su generación, que abarca la práctica totalidad de la narrativa de Kerouac, es La vanidad de los Duluoz» (Javier Memba, El Mundo).
«Inexcusable para conocer la peripecia vital de los escritores más reconocidos de la generación beat» (Iñaki Esteban, El Correo).