A la escritura de Javier Cercas se la reconoce por un estilo y una voz inconfundibles, pero también por la mezcla inextricable de géneros que conviven en ella y por la naturalidad con que transita de la ficción a la no ficción. Sus novelas tienen casi siempre un componente ensayístico, y a menudo participan de la crónica, la falsa autobiografía y la discusión literaria e histórica. Por lo mismo, sus reportajes y artículos nunca pretenden ocultar a un narrador puro que arrolla con su incontenible e irónica capacidad persuasiva, convirtiendo cuanto toca en literatura. De esa naturaleza híbrida participa La verdad de Agamenón.
Las piezas que reúne esta miscelánea están agrupadas en cuatro partes: «Autobiografías» acoge relatos de viajes, de ciertas pasiones y recuerdos personales; «Cartas de batalla», textos casi siempre vindicativos y polémicos que atañen a nuestra historia y literatura recientes; «Nuevos relatos reales», desopilantes historias que no eluden la emoción ni el compromiso con la propia memoria; por último, «Los contemporáneos» incluye algunos ejercicios de admiración y de diálogo con ciertos escritores próximos al quehacer literario del autor. En todos ellos asoma esa dualidad de crítica y narración, de experiencia personal e intelectual o libresca que es consustancial a las novelas de Cercas y que aquí se manifiesta de forma tal vez más flagrante, pero no menos gozosa.
Esa imbricación explica la presencia del hilarante cuento final, «una fábula sobre el deseo, o la imposibilidad, de ser otro», que a modo de brillante epílogo remata un volumen donde acaso se hallen algunas de las mejores páginas del autor.