Un hombre escucha, a través de una pared, una conversación entre un hombre y una mujer. Imagina sus gestos, sus cuerpos, sus sentimientos.
Ese hombre, Brausen, que se propone escribir un guión de cine, vive con su esposa, Gertrudis, convaleciente de una operación que la ha dejado levemente mutilada. Para compensar ese vacío físico que detendrá sus caricias, Brausen imagina historias: la de Santa María, “una ciudad colocada entre un río y una colonia de labradores suizos”, y la de un “borroso médico de cuarenta años”, Díaz Grey. A partir de allí, ingresa en otras vidas y sale de ellas cuando quiere, porque es el creador. Pero Brausen no sólo desea imaginar que es otro: también quiere serlo.