Cuando a Emira la detienen en la tienda del barrio acomodado de la familia para la que trabaja de canguro, acusándola de haber secuestrado a la niña a la que cuida, no le cabe duda de que el motivo es el color de su piel. Emira quiere pasar página, pero su jefa, Alix, está dispuesta a lo que sea con tal de ayudarla y no va a permitírselo.
Alix Chamberlain siempre consigue lo que quiere. No es consciente del privilegio que le otorgan su dinero y ser blanca, y la vida de Emira es lo más interesante que le ha pasado últimamente. Cuando ambas descubren que tienen en común mucho más de lo que creían, su forma de ver el mundo, e incluso a sí mismas, da un vuelco que pone sus vidas patas arriba.