El mal no es algo novedoso; ha estado con nosotros desde tiempos inmemoriales. Pero sí hay algo nuevo en el tipo de maldad que caracteriza a nuestro mundo contemporáneo líquido-moderno. El mal se ha vuelto más penetrante, menos visible, se oculta en el tejido mismo de la convivencia humana y en el curso de su rutina y reproducción cotidiana. En su forma presente, el mal es difícil de detectar, desenmascarar y resistir. Nos seduce por su habitualidad y luego salta sin previo aviso, golpeando aparentemente al azar. El resultado es un mundo social comparable a un campo minado: sabemos que está lleno de explosivos y que se activarán tarde o temprano, pero no tenemos ni idea de cuándo ni dónde ocurrirá. En Maldad líquida, la última colaboración entre Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis, publicado en 2016, inédito en español y secuela de su aclamado Ceguera moral, los autores guían al lector a través de este nuevo terreno en el que el mal se ha vuelto más ordinario y más insidioso, amenazando con despojar a la humanidad de sus sueños, proyectos alternativos y poderes de disentir en el momento en que más se necesitan.
Maldad líquida
$20.500
“Como lo hacen otros líquidos, este mal empapa las barreras a su paso, las humedece, va calando en ellas y, muy a menudo, las erosiona y las disuelve, absorbiendo esa solución en su propia sustancia para agrandarse y potenciarse más a sí mismo”. Z.B. y L.D.
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