Juan Miranda, detective, perito dibujante y planimetrista, es un hombre tranquilo, correcto, meticuloso y parco. Sus transgresiones son inocuas; su atención a los detalles, notable. En silencio asiste a la decisión de sus superiores de transferirlo desde la Brigada de Homicidios a la Guardia de Palacio durante el último año de gobierno de Salvador Allende, y allí, en La Moneda, lo encuentra la historia.
«Me dijo Miranda no renuncia nunca al viejo arte de entretener, es decir, de mantener la atención intrigada. (…) la integridad de esta novela en buena medida está dada por su tendencia a la distracción, a demorar un desenlace de antemano conocido, a transitar las palabras sin apuro, a merodear la tragedia más que a edulcorarla, mistificarla o explotarla.»
VICENTE UNDURRAGA