Publicada en 1820, esta obra lleva a su cima la representación de la concepción gótica de la existencia, subrayando los aspectos más terribles y problemáticos de la vida humana, sin concesiones. Su protagonista, Melmoth, una especie de Fausto y Mefistófeles, después de haber sellado un pacto con el Diablo, logra que su vida se prolongue indefinidamente, lo cual le convierte en un ser cuyo tormento no tiene fin, y sólo podrá librarse de su condena cuando encuentre a alguien dispuesto a asumir tal destino. Su errancia le conduce a los lugares más siniestros creados por los hombres: cárceles, manicomios, los tribunales de la Inquisición…
Melmoth el errabundo se erige como un monumento a una visión infernal del destino humano, en el que sólo existe un acto eternamente repetido: el descenso y hundimiento en el abismo.