Si le suspendemos, un poco, a la palabra “agua”, sus referencias más próximas, que a esta hora son tabú, y asimilamos a su materialidad líquida el lenguaje, veremos y observaremos también cuánto corren y recorren estos fluidos, nuevamente juntos: en las formas que adoptan y la experiencia que traslucen —que son muchas entre la orilla de la que aparece escribiendo y esa otra orilla a la que llega (¿espuma, onda, ritmo?) donde se lee. Camila Fadda, su autora, intuye en el proceso de escritura, lo que es el estancamiento.
ELVIRA HERNÁNDEZ