Es la primavera de 1888 y Van Gogh se encuentra en Arlés, en el sur de Francia, tratando de capturar los colores que ofrecen los huertos en flor y descubrir a través de ellos un nuevo camino hacia el arte del futuro. Tiene 35 años y no ha vendido ni un solo cuadro en toda su vida, pero está lejos de rendirse. Trabaja todo el día en el campo y por las noches asiste al Café de la Gare, donde ha logrado trabar contacto con algunos parroquianos.
Asediado por la soledad, la constante falta de dinero y una salud frágil, Van Gogh tiene puestas todas sus esperanzas en la llegada de Gauguin, uno de los pocos artistas que respeta y con quien espera formar una colonia de pintores en Arlés. Pero cuando su “querido compañero” arriba finalmente a la ciudad, las personalidades geniales y turbulentas de ambos artistas chocan violentamente, y nada sucede según lo planificado.