Chile es una de las mejores plazas de Sudamérica para el rock duro. Cada año nos visita una decena de bandas de renombre, y los fanáticos -hombres y mujeres de tres generaciones- con el tiempo somos cada vez más fanáticos. Cualquiera que hoy use esos enormes lentes hipster, en diez años seguro se arrepiente y los esconde; alguien que tenga una polera de Slayer, nunca. Y somos muchos: si más de cincuenta mil personas llenan el Estadio Nacional para ver a Iron Maiden, queda claro que es un enorme grupo de ciudadanos el que milita en los sonidos extremos y sus variantes. Por eso nadie se atrevería a calificar como disfuncional a la tribu de las poleras negras: lo disfuncional es que te guste toda la música y no pase nada, que no sientas nada.
Related products
Historia
$25.400
Entrevistas
$42.000
Biografía
$20.000
Literatura
$32.000
Biografía
$20.000