A fines de 1872, cuatro ingleses desembarcaron en la colonia chilena de Punta Arenas. Según dijeron, venían a cazar guanacos; otros decían que eran espías o buscadores de oro. Pocos meses más tarde, en este lugar inhóspito permanecía solo el menor de ellos: William H. Greenwood, quien pronto desapareció en el interior de la Patagonia inexplorada, adoptó los aires de su nueva tierra y pasó a ser Don Guillermo, baqueano de la Patagonia.