A partir de este análisis, la autora plantea la hipótesis de que existió una redefinición del género por parte del Estado que privilegió una versión despolitizada y técnico-operativa de las desigualdades entre mujeres y hombres, la que habría provocado una división del feminismo en proyectos políticos divergentes.
El texto hace un recorrido por los desafíos y conflictos surgidos a lo largo de este periplo vacilante y accidentado: la respuesta parcial y sesgada a las necesidades prácticas y estratégicas de las mujeres por medio de las políticas sociales, la reconfiguración de las representaciones de la feminidad en el acceso de estas a la política formal, y la lucha por la necesaria soberanía sobre los cuerpos para un sustantivo acceso a la ciudadanía.