Las narraciones de Kleist son piezas esenciales de la literatura alemana. Lo son, desde luego, por la riqueza y variedad de sus temáticas, por la extraordinaria mudanza de los sucesos relatados, la peculiaridad de sus personajes, la omnipresencia de los accidentes, las crisis y los momentos de violencia exacerbada, pero también muy especialmente por la técnica narrativa y la incertidumbre que caracteriza a sus narradores, la cual plantea desafíos a la lectura y estimula la colaboración activa de esta en el desarrollo de la trama. Ejemplos señeros de esta estrategia narrativa son los relatos “Michael Koolhaas”, “El terremoto en Chile” y “La marquesa de O…”, sin perjuicio de las complejidades que los otros proponen. En cierto modo, todo parece desenvolverse en mundos que tienen zonas opacas y nebulosas, en un estado latente de anomalía que se presenta con la llaneza de una crónica y hasta, en ocasiones, de un parte policial.
Relatos o sucesos inauditos
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Un adelantado de la literatura moderna, de manera insistente se ha relacionado a Heinrich von Kleist con Kafka, al punto de que se les describe como “hermanos de sangre”. Algunas de sus piezas han sido llevadas al cine: “Michael Koolhaas” (Volker Schlöndorff, 1969; Arnauld des Pallières, 2013), “El compromiso en Santo Domingo” (Hans-Jürgen Syberberg, 1970), “El terremoto en Chile” (Helma Sanders-Brahms, 1975) y “La marquesa de O…” (Éric Rohmer, 1976).
Traducción de Pablo Oyarzún R.
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