Cincuenta y cinco años después de su muerte y más de cien años después de su nacimiento, los pocos textos dedicados en el mundo a Siegfried Kracauer dan cuenta de la recepción incompleta y problemática de su obra. Su posición escéptica y su vida rebelde a cualquier compromiso ideológico, sin dudas, contribuyeron a una escasa o nula recepción de este pensador marginal.
Más allá de las circunstancias intelectuales propias de cada país, a menudo se aducen razones inherentes a la propia obra de Kracauer para explicar un injusto olvido. La obra de este arquitecto, sociólogo y periodista postmarxista es polifacética, tanto en la forma como en sus temas. Sus preocupaciones van desde las miniaturas literarias y filosóficas hasta los estudios sociológicos como la etnografía urbana; desde los ensayos teóricos hasta las novelas; desde la crítica literaria y cinematográfica hasta la estética que, en muchos puntos, contiene estrechas similitudes con las preocupaciones de Walter Benjamin como las de Theodor W. Adorno. Con todo, la recepción de su trabajo se ha producido en oleadas limitadas en el espacio y en el tiempo, que han tendido a favorecer un aspecto de su obra sobre otro. De este modo, la obra de Kracauer sigue siendo desconocida a la vez que se resiste obstinadamente a cualquier intento de clasificación.