Un hombre de cincuenta años regresa a su ciudad natal luego de una década de vida en provincia. En ella busca a los viejos amigos, intentando reencontrar los lazos vitales de otro tiempo, sin embargo, pronto constata que la frágil huella del vínculo poco a poco desdibuja las relaciones, hasta diluirlas completamente, “también habíamos probado la seriedad y la amargura de la vida y, finalmente, ya no éramos tan muchachos”.
Solo es una novela autobiográfica, en la que Strindberg describe cómo decide hacer de la soledad su única compañía, a quien va descubriendo en una observación aguda y pausada de cuanto le rodea. Es así como se va recluyendo en la intimidad de su hogar -al inicio también ajeno- y en los paseos por Estocolmo, una ciudad que le ofrecía recuerdos furtivos y parajes naturales y apacibles, hasta encontrar “gran placer en oír el silencio y prestar atención a las voces nuevas que en él pueden sentirse”.
Strindberg, en este texto nos conduce por los senderos y vericuetos de la soledad: “A lo primero que se llega en la soledad, es a ajustar cuentas consigo mismo y con el pasado.”, y agrega: “Así es finalmente la soledad: entretejerse en la seda de la propia alma, ser crisálida y esperar la metamorfosis, porque esta no deja de realizarse. Durante ese tiempo uno vive de sus experiencias, y telepáticamente vive vidas ajenas. Muerte y resurrección; una nueva formación para una novedad desconocida.”