Cada poema está dedicado a una mujer que ha manifestado, a través de su arte, su opinión o su crítica, su lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres. Destacan, además, las fotografías de Isabel Skibsted, que hablan y refuerzan, desde la imagen, la condición de vulnerabilidad en que viven tantas mujeres.
El verso de Jessica Atal es cortante, afilado, propio de un desfiladero, al borde del lenguaje. Cuando el discurso (de un fragmento amoroso) es trizadura, surge con fuerza inusitada una última bocanada de ira y aire. Surge la denuncia desde un grito silencioso. El libro completo es quizá eso, un grito colectivo que busca solo una cosa: vivir al menos para ser palabra sellada en pleno papel del desamor. Jessica Atal. Ediciones Bonnefont.