Hijas de matrimonios mixtos, Tracey y la narradora se conocen desde la infancia, son amigas íntimas y comparten el sueño de llegar a ser algún día bailarinas. Sin embargo, su entorno familiar tiende a separarlas: el padre de Tracey está en prisión y su madre la colma de regalos y caprichos, mientras que en casa de la narradora se valoran el esfuerzo y la superación personales, urgida por una madre estricta y solícita. Así pues, a medida que las dos chicas emprenden sus propios caminos, las sutiles diferencias de clase y raza van minando todos los vínculos de confianza y lealtad forjados en la niñez.
Desde su impactante y exitoso debut literario con Dientes blancos, la narrativa de Zadie Smith se ha caracterizado por afrontar de lleno y con gran calado las facetas más relevantes que conforman las relaciones humanas. Surgidos de un mosaico de lenguas, costumbres y colores de piel, sus personajes desarrollan sus vidas entre la incierta búsqueda de una identidad que les ofrezca un centro de gravedad reconocible y la fuerza vital que les otorga precisamente la heterogeneidad de su origen.