Siguiendo las instrucciones de un manual de costura (Marque el contorno de las piezas; Corte la tela con tijera bien afilada; Una las piezas con alfileres), el narrador de esta historia hilvana una serie de acontecimientos apenas distantes en el espacio y el tiempo: “Fue un espanto. El niño quedó hecho tira”, comenta esa voz seca, cortante, como la de quien cuenta un episodio que lo ha estremecido pero que no conoce del todo, y por eso no abunda en detalles ni cae en morbosidades.
Urdida con mínimos elementos, la trama introduce al lector en un territorio donde el abuso se funde con el secreto y la tragedia con la vergüenza. Publicada hace 12 años, esta primera novela de Matías Celedón sorprendió a la crítica por su contención estilística y la madurez a la hora de narrar la fragilidad de una familia –una madre costurera y su hijo– que avanza lo mejor que puede, entre tijeretazos, vendajes y el rumor lacerante de los habitantes de una ciudad sin nombre, y que sin embargo todos podemos reconocer.