En 1918, una vez concluyó la Gran Guerra, las naciones vencedoras reunidas en Versalles impusieron a Berlín severísimas compensaciones económicas que indignaron a los alemanes y sembraron las semillas de un nuevo conflicto mundial que estallaría veinte años más tarde. El auge del fascismo y del nazismo como respuesta a la amenaza comunista y las nefastas secuelas económicas del crac financiero de 1929 también contribuyeron al estallido de la segunda guerra mundial, que fue el último y más dramático capítulo de esas tres décadas de masacres.
El devastador escenario social, político y económico que provocó la Gran Depresión recuerda en parte al que sufrimos hoy día en Occidente con el auge de los populismos y la constante amenaza de una devastadora crisis económica que vuelva a poner en entredicho el valor de las democracias.