Si los perros han contado siempre con sus amigos y defensores –al punto de que Platón, por ejemplo, no duda en hacer de ellos un modelo de virtud para el filósofo-rey en La República–, una tradición tan antigua como la Ilíada y la Biblia ha asociado de manera constante el perro a la miseria humana y a los contextos de desolación.
Trazando un recorrido que va de Turkmenistán a Rusia, pasando por México, el Líbano, Tanzania, Haití, Australia y Chile, este libro, que también puede ser leído como un conjunto de crónicas, nos ofrece un viaje por distintos territorios literarios y geográficos a la siga de aquel animal limítrofe que es el ‘perro amarrillo’, el ‘perro errante’ o, como prefiere Rolin, el ‘perro feral’…