La supervivencia es vivir en la banquisa, acomodarse en el recoveco que te es dejado, que se te permite. Es aguantar en esa superficie blanca de hielo en el instante previo a que todo se quiebre y derrita. Es aguantar en el espacio en donde la vida aún es posible.
Construir con lo que te queda. Convivir con la hostilidad de la naturaleza y en ese entorno hacerse un lugar, habitarlo sin tratar de dominarlo, porque ya no es posible.
Hay que hacer campamento en la cueva de hielo para pasar la noche.
Hay que navegar la tormenta hasta atravesarla.