Aparte de esos oscuros espacios de disciplinamiento y control elitista de la ciudad, los mestizos de Santiago -con innumerables raíces indígenas, andaluzas y africanas- vivieron la vida a su pinta. Los mestizos desurbanizaron la urbe con su espíritu revoltoso, desordenado, o sea, propio y apropiado. Sin pedirle ni permiso a la elite. Existió -¿oculto para el pudor burgués?- un Santiago alegre que vivió más o menos al día sin las previsiones ni las provisiones de los de arriba. El pueblo chileno, y más que nadie los “pillos”, estuvieron imbuidos de otro espíritu y de otra representación de la vida y del tiempo. Los “pillos” fueron los más ajenos a la vida civilizada.
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