«Escribo mis contratapas como los poetas escriben sus poemas, solo que yo tengo todas las semanas fecha de cierre, y cada pieza debe ser una novela condensada, un cuentito que a la vez sea una reflexión, que a la vez sea un pequeño fresco sociopolítico, que a la vez sea un poema.» Eso dice Juan Forn, quien ya no piensa en formato libro, piensa en formato viernes. Y sí, los breves perfiles que publica en la contratapa del diario argentino Página/12 cada viernes son esperados por muchos como Robinson Crusoe esperaba a su Viernes: imagina hallarte en una isla de vegetación salvaje y encontrar a un nativo que te hace compañía, que te guía por la fronda con sagacidad, con entusiasmo; imagina que un gran narrador te cuente el pasado de esa isla llamada siglo veinte. Eso es Yo recordaré por ustedes. En otra dimensión, Juan Forn fue un conocido escritor, traductor y editor argentino. Hoy es, por decisión propia, el tipo que lee como poseso y luego camina por la playa preguntándose qué va a contar el próximo viernes.
Las contratapas de Juan en Página/12 no son columnas de opinión. Su intervención es de escritor, de narrador, no de opinólogo. Esa es la particularidad de sus textos, la sensación como de oasis que deja en el diario. Además, en las historias que elige contar, él no se aleja de sus obsesiones. Casi todos sus textos son sobre vidas de escritores rusos, chinos, italianos, argentinos, centroeuropeos. O sobre su vida en Villa Gesell. Eso le copa mucho, escribir sobre sus lecturas y las experiencias que lo tocan. Y la verdad, lo hace muy bien.
Mariana Enriquez
Decir que la obra de Forn es un feliz cruce de periodismo y literatura es una frase que encierra una mezquindad insultante. Forn está mucho más allá de todo eso. Está a años luz de ser un diletante que baraja con cierta maña las herramientas para construir un relato, digamos, atractivo, o que exuda cultura o agudeza lectora. No, no es eso. Es más que Forn ha desarrollado una capacidad superior de crear literatura a partir de los cientos de elementos que entran por sus sentidos y son procesados por una sensibilidad que se expresa con elocuencia casi insuperable. Un narrador completo como pocos. Un columnista como ninguno.
José Ignacio Silva