Ese rasgo cumple a cabalidad la obra de Ann Cotten. En ella emergen una serie de referentes que, atravesando culturas y cronologías, impactan al lector como un zumbido, un ruido subterráneo. Poemas como microhistorias, que declinan viejas formas métricas y las resignifican, diseminando una fina ironía, un humor que suscita un shock en el lector, una disrupción al relato monocorde del capital.