En 1894, en la ciudad francesa de Varburgo aparece el cadáver de una joven. Uno de los médicos de la localidad, el viudo Albert Karno, más conocido como el Doctor Cádaver, descubre la presencia de unos ácaros hasta entonces desconocidos en la cavidad bucal de la difunta. Karno deberá establecer la causa de la muerte, pero la familia de la muchacha se niega a autorizar la autopsia.