Su poética nos avecina a las fronteras de la religión, el espiritualismo y el sarcasmo. Jesús nos cuenta su proceso de iniciación en las maneras para habitar un mundo que parece contrastado por el bien y el mal. Así inicia su periplo: “He quedado en la Matriz” (Poema I), con un padre que, en noche de tormenta, encuentra el nombre para su hijo. El hijo que salva al padre.
¡El niño que “tiene una aurora en su cabeza”!