¿Qué sucede cuando Juan le presenta a Aína su singular perro callejero? Kaidú, un compañero no humanizado, la cautiva a primera vista y acorta la distancia entre los tres. Ella reconoce con sorpresa el deseo de compartir más tiempo con él; en poco tiempo, la pasión se multiplica. ¿Se puede ser infiel con un perro? Juan, que ignora ese secreto, emprende un viaje y lo deja a su cuidado. A solas con Kaidú, atrapada en una ambigüedad y una felicidad nuevas, Aína se deja llevar hasta la entrada de un mundo paralelo. Las modulaciones de la naturaleza se ocultan en enigmas vitales. Más allá de toda consideración moral, la protagonista encuentra una razón en la emocionalidad animal de esta relación.