Martes once. La primera resistencia

Sergio Parrau, integrante del aparato militar del PS, mira hacia arriba y ve aproximarse el helicóptero. En ese momento, un pequeño grupo descarga sus ametralladoras y fusiles contra la aeronave desde la copa de agua, que está a unos cuarenta metros de altura. Sergio se encuentra abajo, en el suelo, y también dispara: Cada uno disparaba individualmente, no había un orden. Como éramos atacados, me refugié detrás de un poste y desde ahí disparé. Sentía pasar las balas cerca. Era un combate, no un juego de niños. Disparábamos tiro a tiro porque había que cuidar las municiones. Uno no sabía qué había por delante, si íbamos a estar todo el día o parar.