Mil noches de Sudamérica
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En estos versos la belleza de las palabras cede ante el dolor, la enfermedad y la injusticia. Pueden ser leídos como una crítica al estado del mundo y, al mismo tiempo, como el deseo genuino de estirar la mano en el vacío para “ver si alguien me la toma”. Por ello, en este libro dolorosamente hermoso confluyen brasas y lágrimas, jadeos y rencores, dureza y cariño.
Sin existencias

42 flores del mal
30 maneras de quitarse el sombrero
Después de vivir un siglo 

