Las guerras libradas por iniciativa de la oligarquía son guerras “totales”: sociales en la medida en que apuntan a debilitar los derechos sociales de las poblaciones; étnicas por cuanto buscan excluir a los extranjeros de toda forma de ciudadanía y, en especial, restringir cada vez más el derecho de asilo; políticas y jurídicas, porque recurren a los medios de la ley para reprimir y criminalizar toda resistencia y protesta; culturales y morales, al embestir contra los derechos individuales en nombre de la defensa más conservadora de un orden moral.
Se trata de una guerra polimorfa de dominación, que a veces puede implicar la coerción militar y policial, pero que con demasiada frecuencia se confunde con el ejercicio del poder gubernamental, y que se libra a través y por las instituciones del Estado.
No hay mejor manera de expresar que las guerras del neoliberalismo son, a la vez, guerras en favor de la competencia y en contra de la igualdad.