Esta novela narra el tránsito a la madurez de una chica que creció en una comunidad judía ortodoxa hasta que una mañana de invierno, en el barrio porteño de Once, una bomba hizo estallar todas sus certezas. Desde el padre muerto en el atentado en adelante, los hombres en esta novela aparecen en segundo plano, como afantasmados. Las mujeres, en cambio, poseen la fuerza y la determinación de quienes tienen que salir adelante solas, con las limitaciones impuestas a su género por el medio en que se mueven. Pero la protagonista no está dispuesta a aceptar mandatos que, a medida que crece, se le vuelven cada vez más absurdos. Cree, como su madre, que la única manera de asegurarse de que algo se haga bien es hacerlo ella misma y esa es su única religión. Tamara Tenenbaum narra una historia personal que es también generacional, atravesada por una tensión latente que moldea todos los vínculos. Mediante un estilo seco, irónico, con ramalazos de humor negro, la autora describe el clima de su infancia y su adolescencia dentro de la ortodoxia, y su ruptura simbólica y real con ese origen en busca de horizontes menos asfixiantes. Esa búsqueda traerá la promesa de la libertad sexual y del amor, pero también el desconcierto, la inadecuación a un mundo que ya no viene diseñado de antemano.
Todas nuestras maldiciones se cumplieron
$15.000
“Algunas madres les cuentan cuentos a sus hijos todas las noches, o piensan que cocinarles es sagrado, pero hace más de veinte años, desde que se murió mi papá, que mi mamá no tiene tiempo para asuntos sagrados”.
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